Lo presente no se recuerda, se
palpa. El misterio comienza cuando no se tiene y se hace memoria y la cuerda se
tensa cuando se añora. Así permanece en
mí Carlota Jewell sin que intimáramos más de lo necesario, ni profundizáramos
más de lo conveniente. Ella venía a mi como vivía, generosa y dadivosa y me
envolvía en su creatividad material y afectiva, protectora. Por eso me niego a haberla perdido y sueño que
cualquier día la recuperaré al girar por una esquina. De esas sin aristas y
vertiginosas como son en SL.
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