Una forma de amar es querer retener la imagen de alguien de una forma reiterada cuasi obsesiva. Eso me ocurre a mí con Angyangela y busco fotografiarla sin cansarme. De alguna forma captarla con la cámara no es sólo una forma de mirarla, a ella que cómo mira, te sientes anegada en sus ojos y con deseos de sumergirte, sino una manera de devorarla. No como aquella costumbre caníbal azteca que querían comerse al otro en un intento vano de poseerle y apoderarse de su energía. Lo mio es mucho más suave, aunque es ese afán de captar su imagen, de apoderarme de ella en la forma tan incruenta como benigna de la fotografía es también una forma de posesión. Lo confieso.
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