Lo confieso, te profeso admiración porque amas a Kar Gabilondo y cómo le amas volando a su lado. El
amor es eso, volar juntos y para hacerlo hay que batir las alas, con lo
que significa de esfuerzo, y a veces soportar las turbulencias que el batido del
otro provoca. Algo personal y recíproco. Pero es así como se vuela, juntos , lo que equivale a decir fuera
de la propia soledad. Eres la mujer
callada para el reposo y el eco de un hablador. Como el es la acción que emana de tus silencios. Que estás paciente esperándole
a donde el quiere llegar. Y el, en definitiva llega a donde quiere ir porque tu
estás allí. Le haces fácil el camino, aunque le alargas la meta y nada de todo
eso te importa porque sabes que el te
aguarda. Lo vuestro sigue siendo bilateral y mutuo. Eso es el amor y la vida compartida de los dos. Tenemos alas para
volar pero lo bonito es saber hacer el vuelo juntos. Acompasándose en la velocidad, alternándose
en la altura y aceptando la dirección del otro para dar varias veces la vuelta al mundo.
