Nada importa que el mar no esté
en calma si nosotras lo estamos. Como aquel día ante la cabaña hablando de nuestras
cosas sin importarnos la furia del agua. Lo restos de un naufragio cabeceaban a
nuestro lado sin que nos concerniera. Aquello estaba perdido pero prevalecía nuestra indiferencia. Lo que nos urgía
era lo que conversábamos aunque ya no lo recordemos. Lo urgente somos nosotras
mismas porque nos lo creemos.
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