Se decía de ella que era la mujer más hermosa que hubiera existido jamás y que sólo se entregaba a quienes amaba. Rechazó al orador Demóstenes por prepotente y, sin embargo aceptó a Diógenes, el que vivía en un barril, por el placer de acostarse con un filósofo denostado y tenerlo a sus pies como un esclavo sexual. El escultor Mirón le ofreció abundantes presentes pero ella le rechazó. Al día siguiente Mirón se acicaló y volvió a la carga. “Ayer rechacé a tu padre y hoy a ti” –le dijo.
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