Entre enormes esculturas antropomórficas y una muy personal obra gráfica sobre los caminos del amor transcurrió la festiva despedida de la expo de la prestigiada artista portuguesa Wan Laryukov,, entre el adiós necesario para el desmontaje y el quédate de lo conocido y apreciado. Una vez más nos envolvimos en arte tan creativo y sugerente para compartir la velada a ritmos desiguales en la segunda parte aportados por la sin par Morlita Quan. Si la música no cesa el arte visual tampoco y la participación menos. Esa es la conclusión.
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