Presencias que transcienden sobre la propia imagen. Identidades que no se ocultan porque por encima
de lo que se que se ve está lo que se escucha y si estas son músicas tan propias enseguida te delatan. Por eso hay que aprender a mirar y a escuchar a la vez y así encontrar la mayor ironía, ya convertida en sarcasmo por tan prolongada, en la identificación de la propia imagen acudiendo a una fiustuki convocada como romana. Vivir para ver y ver para vivir, que así es la fiesta.
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