domingo, 13 de mayo de 2012

LA ENREDADERA.


Me entretuve en observarla. Los tallos de la enredadera  avanzaban como delgadas serpientes entrelazándose y estiradas. Cada uno florecía con sus propias hojas, mientras sus cuerpos proseguían entrelazándose y separándose. Eran tres. A veces ocurría que una de ellas se separaba. Se entrelazaba con otras, enredándose en ese juego que se traían de avanzar abrazadas. Seguí observando y contemplé como mas adelante volvían a  encontrarse y la que las había abandonado,  al rencontrase, de nuevo se abrazaba a a las que eran suyas, sus  hermanas, y  nunca habían dejado  de serlo. Así es nuestra vida y nuestra amistad. Como la enredadera. 

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