El Santuario de la Diosa Ishtar volvió a lucir sus mejores
galas para celebrar su hierogamia coincidiendo con el equinoccio de la
primavera, según la costumbre Mesopotámica
con sus rememoraciones pegadas a
las estaciones. Tuvo lugar en el Gran Templo con todas las sacerdotisas
entregadas a la celebración en la que la diosa se encarna en la suma sacerdotisa,
quien se entrega al rey, en un rito
solemne de confluencia entre el poder y
la divinidad. Tan de antiguo viene la cosa. Como es tradicional tras el rito siguió una orgía. Como también es históricamente habitual; si come el rey que coma el pueblo.
Yo pude recrearme recordando mi relato de Los Siete Velos en
el que evoco esas conmemoraciones de
hace seis mil años en los tiempos del imperio
sumerio, al tiempo que se revivía una vez más su recreación como en el Santuario de Ishtar se sabe hacer.
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