viernes, 18 de abril de 2014
ADIRA
Apareciste en Diotima de repente. Como suele llegar lo bueno. Callada y silenciosa miras todo con tus ojos luminosos y a quien te escucha le enseñas en las noches viejos mundos de la Europa dormida a las orillas del Támesis o el Sena y ahora nos toca el Tíber. Y por el camino muchas cosas, junto a secretos y confidencias. Bajar en paracaídas desde lo alto de la Torre Eiffel o recorrer la City en tranvía y entrar en el Moulin o en el Maxims, con el que me quedo, y aunque no nos dieran de cenar pudimos bailar juntas para concluir la velada. Hacemos lo propio de estos días, encerradas en el mundo de SL Un mundo tan abierto, aunque se empeñen en describirlo cerrado.
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