La sonoridad de los nombres y sus significantes son ejemplares. Se llama Adira Aridane y conociéndola es Adoro Adórame. Somos incompatibles: a ella le abruma que la saque en el blog y a mi me encanta sacarla. Ella se pasea como estrella fugaz y yo estoy estática como el lucero del alba. Ella brilla y a mi me encanta reflejar su luz. Para que seguir. Sería la letanía de los desencuentros como el del día y la noche que nunca coinciden aunque los dos son la obra del sol.
Nama... es posible que Adira no exista. ¿No te das cuenta que siempre aparece a última hora cuando tenemos los párpados semicerrados y sólo pensamos en ir a dormir? Es muy posible que Adira sólo sea nuestro primer sueño fugaz, cada noche.
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