La nave Magilum volvió a surcar los mares estelares del Santuario de Ishtar entre planetas y estrellas sobre aguas espaciales con la música envolvente y evocadora de Chaikovsky. Lo que puedas imaginar estaba allí: planetas, cometas y asteroides en sinfonía de luces y colores y las melodías rampantes y sugeridoras del maestro ruso. Un ambiente mágico en la cálida y a la vez fresca noche de verano con la mejor compañía deseable. La imaginación no hacía falta. Estaba allí florecida y pletórica que te penetraba aunque cerraras los ojos.
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