De hablar una sola, el soliloquio, a hablar con otra persona, el diálogo, va la misma diferencia que de la soledad a la compañía: Lo primero da tanto de si como de quien lo practica. Lo segundo, como cosa de dos o más, multiplica sus posibilidades de una forma exponencial. Bien están los soliloquios pero muy superiores y excelsos serán siempre los diálogos.
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