¿Serían tus
ojos entre las esmeraldas y las perlas? ¿Serían
tus labios arqueados y carnosos encendidos de rubí? ¿Serían tus pechos turgentes entre lo que
mostraban y lo que ocultaban? No he
descubierto la clave, pero se las consecuencias. No pude menos que hablarte y tú me respondiste
y así empezó todo. Si nos volvemos a ver nuestras historias
personales pueden comenzar a confluir como nosotras. Así de sencillo es el nacimiento de una
historia que se anuncia preciosa, que puede ser o tan sólo una ilusión, pero ya aún así merece la pena porque es tan bonito vivir ilusionada...
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