O dedicarse a bailar por la noche por encima de la ciudad. No importa donde. Lo importante es la música que te lleve y la plenitud de sentirte viva dejándote llevar por los sonidos y el ritmo mientras la humanidad duerme. Con las dimensiones perdidas. No hay espacio ni tiempo. Sólo el empuje de la vida que sitúa por encima de todo.
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