Me preguntas si te añoraré a ti igual ahora que te has ido. La añoranza no la impone una sino lo añorado. Sus dimensiones y la profundidad de sus raíces. En definitiva su auténtica calidad humana. Y ahora una adivinanza: ¿Cómo puede existir un ser que estimas maravilloso y no existe y es pura creación? La respuesta en el próximo número. Mientras tanto, entre cada turrón que te zampas, deja aflorar las añoranzas y verás cuantos recuerdos y humos guardas. Con el perfume del incienso, y hasta con el olor del moho de la hojarasca que entraña el otoño que se va, pero más la esencia del sándalo y las resinas de maderas nobles. Humos que se van presencias que nos traen.
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