Escribo todo esto en unos días en los que por los imperativos del cruel y tiránico real me encuentro mas alejada de mi querido mundo de SL y no hago más que acusar las distancias entre lo que tengo y lo que deseo, lo que vivo y lo que añoro. Se que son distancias circunstanciales y efímeras pero las acuso como el agua que no llega cuando se siente sed o el aire que nos falta cuando no respiramos bien. Las llamo distancias en abstracto y sin embargo tienen nombres propios, que se que están ahí pero mis dedos se desilusionan en su escarceos por tocarlas y acariciarlas. Y me alienta el hecho de que no me he ido, Angy. Sólo es mi avatar el que no ha venido. O, mejor dicho. no ha dejado de venir pero sin hacerse presente como esos seres del ultramundo que no se dejan ver pero que no dejan de acompañarnos viviendo esa experiencia de ser y estar pero sin existir visiblemente, jugando el juego de las esencias y las presencias que nunca son ausencias.
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