A veces los recuerdos se nos cuelan en la memoria como sueños del pasado y los consideramos debilidades, sueños no tenidos, imágenes no vividas. Como aquella de un principe abrazándote que era imagen del sueño perfecto. De un principe por más señas árabe, que son de los que quedan los que más príncipes parecen. Resultó que no era príncipe, ni árabe pero pudo haber bastado que fuera un hombre abrazándote. Que es el verdadero príncipe que buscamos.
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