martes, 17 de julio de 2012

MI DAMA BLANCA LISBETH SALAMANDER



Cara, mi dama blanca,  háblame entre bromas, como lo haces. Dímelo  entre sonrisas. Lanza tus ideas, como mariposas. Esparce tus bellos sentimientos como aromas. Esos son tus regalos de cada día. Palabras y sonrisas que prodigas. Síguemelas dando como el agua fresca del manantial. Eso es lo que quiero y lo que deseo. Lo demás no es y el viento no te hace invisible, sino lejana y eso me afecta como un mal  Siroco. No me gusta el desierto y sólo lo admito porque en el está el oasis y tu estás en él.
Así de sencillo es todo y que no se te olvide nunca jamás, mi Cara Carísima.

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