Cara, mi dama blanca, háblame entre bromas, como lo haces. Dímelo entre sonrisas. Lanza tus ideas, como
mariposas. Esparce tus bellos sentimientos como aromas. Esos son tus regalos de
cada día. Palabras y sonrisas que prodigas. Síguemelas dando como el agua fresca del
manantial. Eso es lo que quiero y lo que deseo. Lo demás no es y el viento no te hace invisible, sino lejana y eso me afecta como un mal Siroco. No me gusta el desierto y sólo lo admito porque en el está el oasis y tu estás en él.
Así de sencillo es todo y que no se te olvide nunca jamás, mi Cara Carísima.
Así de sencillo es todo y que no se te olvide nunca jamás, mi Cara Carísima.
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