Es la mejor forma de soñar porque no son los sueños los que vienen a nosotras sino nosotras las que vamos a los sueños. Luego los dejamos fluir. Como palomas en desbandada o mejor meciéndose como plumas en la brisa. Cuando es así y, sin prisa, suben y bajan y se mecen y estremecen en el aire nos recreamos mejor en su contemplación. El placer de soñar es suave pero para vivirlo intensamente.
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