A lo que se puede ir al puente: a ver el río, a cruzarlo, a arrojarse desde él... haciendo "puenting".
A lo que fue Redi para colgarse del columpio y dejarse mecer contemplándolo. Los que van pasan por él. Los que vienen también y allí es donde se encuentran. La indiferente es el agua, pero hay que perdonarla porque ya está en el trance de correr para llegar antes al mar y cumplir con el destino que le marcó Jorge Manrique.
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