Volvió a celebrarlo el Santuario de Ishtar con todo el esplendor propio de las ocasiones, en la fecha del equinoccio, cuando la noche se iguala al día en su duración y se produce el cambio de estación. Lo celebraron con el rito mistérico de la hierogamia o matrimonio sagrado, consumado por la unión de un rey con la diosa Ishtar encarnada en la suma sacerdotisa, para asegurar la prosperidad. Tributo al neopaganismo, que renace de tantas formas como interpretaciones y que se presta a tan singulares recreaciones.
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