Si el calor del verano agobia mucho más el de un agosto tan caluroso. Por eso, para quienes seguimos atrapadas por la rutina laboral sin vacaciones resulta prodigiosamente gratificante escaparnos en nuestra vida de SL a las profundidades del mar y dejar a nuestros cuerpos volar experimentando la verdadera levedad del ser, mientras sentimos en nuestra piel la relajante frescura del agua. No huele a mar, aunque todo se andará, pero resulta nítida esa tibieza de agua de colonia en la que como peces voladores nuestros cuerpos zambullidos se recrean. Arriba y abajo, burlando las leyes físicas y las ataduras de las escafandras, Una forma de llegar a donde deseamos, más allá de las limitaciones que nos impone RL.
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