No somos sirenas varadas, con nuestros cuerpos libres con todos sus miembros ágiles y sin las ataduras de lo innecesario... Subir y bajar, dejarse mecer por el agua en la osadía de no necesitar oxígeno... Desafiar las leyes de la física y de la biología no por rebeldía, sino por la simple posibilidad que nos brinda la segunda vida. Nunca será la primera pero será nuestra por igual con el mismo derecho, sin que perdamos sus perspectivas, de ambas, que discurren en paralelo cumpliendo con la ley geométrica de no cruzarse. Así hasta el infinito.
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