El cuerpo es el todo de una.
Desplegado, majestuoso, sobrándose de sí mismo, dejándose llevar por la música, mecido por la
melodía o galopando distendida en el ritmo. Por algo es la imagen equina la que
más se identifica con un cuerpo de mujer
aunque permanezca aparentemente sosegado
y tranquilo. Ni aún así dejará de evidenciar la majestuosidad de su andar ni la potencialidad de su carrera con todo su
alcance y plenitud.
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