Encerrada en si misma, tras los
ojos entornados, aislada del frenético bullicio de la disco para volar en los
brazos de la música dejándose llevar a sus confines. Sí, es posible someterse al poderío de los watios
para encontrar el silencio interior que se puede escuchar, en el reposo de la guerrera, entornando los ojos y
mirando hacia adentro de una misma.
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