Tampoco puedo olvidar la esencia
del beso. De esos labios tímidos que se tantean suaves con roces de seda y cuando la
humedad de la lengua los acaricia por primera vez. Como se entreabren
deseándola y ella penetra en la oquedad de la boca encontrándose con la otra
lengua y las dos se enzarzan en requiebros preludiando el encuentro de los cuerpos como si lo
ensayaran. Mientras las respiraciones se acompasan compartiendo el mismo aire y
los ojos no se atreven a mirar sumidos en la proximidad.
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